lunes, 17 de febrero de 2014

REFLEXIONES SOBRE NUESTRO SISTEMA INSTITUCIONAL DE EVALUACIÓN

El sistema Institucional de Evaluación de Nuestra institución es uno de los grandes patrimonios de nuestro colegio.  

El decreto 1290 de 2009 abrió las puertas a que cada institución educativa formulara un sistema institucional de evaluación que se acomodara a su horizonte teleológico y a su PEI; es así como tras arduas jornadas de trabajo, en comisiones y en el Consejo Académico en pleno, se aprobó nuestro Sistema Institucional de Evaluación.

Con el decreto 1290 se atendió el llamado de docentes, padres de familia e instituciones de educación superior en torno al daño que le estaba haciendo a la educación la promoción casi automática que obligaba el decreto 230.

Nuestro Sistema Institucional de evaluación se presenta como un sistema con un adecuado grado de exigencia, que busca una evaluación integral, que proporciona al estudiante múltiples opciones para superar las posibles debilidades académicas y que tiene una estructura de comisiones de evaluación y promoción que garantizan el debido proceso y la doble instancia en caso de desavenencias en torno al proceso evaluativo.  Nuestro Sistema Institucional de Evaluación, como normatividad interna, es un sistema coherente y bien acabado, pero también, si al texto propiamente dicho se le suman los anexos y las profundas reflexiones pedagógicas que lo sustentan, se puede decir, que es una cantera conceptual de la que todos podemos aprender.

Los resultados académicos del colegio en los últimos años saltan a la vista: muchos de nuestros jóvenes ven en continuar su formación a nivel superior como una opción real y un verdadero proyecto de vida y en los últimos 4 años el nivel en el ICFES es Alto.

Recordando un poco este proceso con el ICFES, me atrevo a decir que es evidente el impacto de nuestro sistema institucional de evaluación:
2007: Bajo,  2008: Medio, 2009: Medio, 2010: Alto 2011: Alto, 2012: Alto, 2013: Alto.


Un sistema que exige pero a la vez respeta el debido proceso y garantiza espacios de refuerzo académico reales  es un logro que debemos valorar y defender con nuestro trabajo como docentes, con el compromiso de estudiantes y el apoyo de los padres de familia, para evitar regresar a los vicios del decreto 230 que,  por el afán económico del gobierno, solo se interesaba en la cobertura y la promoción rápida del estudiante y no en su formación y preparación para la vida universitaria y laboral que, como todos sabemos, no alcahuetea la pereza ni la mediocridad.  

Avanzar en otra dirección es poner en grave riesgo los logros académicos ya alcanzados y retroceder varios años en la construcción de una educación pertinente y con calidad para nuestra comunidad.

Jesús Villa

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